La resolución prosigue con una condena "de los recientes ataques a los cristianos o a otras comunidades religiosas en Iraq, así como del abuso de la religión por parte de quien comete este tipo de actos". Pide "a las autoridades iraquíes que aumenten drásticamente los esfuerzos para proteger a los cristianos y otras minorías vulnerables, que se manifiesten en contra de las acciones de violencia interétnica y que entreguen a la justicia a los que cometen estos crímenes, de acuerdo con los estándares internacionales".

El objetivo de esta resolución es lograr que se ratifique también en Iraq el principio de la libertad religiosa, base de todas las demás libertades y de todo sistema democrático. Quiere ser una señal dirigida al gobierno iraquí naciente para que se haga cargo de la situación y restablezca el respeto a las minorías en la vida civil del país.

El texto de esta resolución incluye en su contenido político estas exigencias, a nivel de derechos humanos y principios democráticos, que son las condiciones que la UE pedirá antes de cerrar el primer acuerdo de cooperación con Iraq. El contenido de este acuerdo, que llegará a la Comisión de Asuntos Exteriores en los próximos días, no se puede reducir sólo a los aspectos económicos. Pediremos por tanto, con fuerza, respeto a las condiciones políticas contenidas en la resolución que acabamos de votar: queremos que sea una anticipación de estos principios.

Los cristianos son, sobre todo hoy en Iraq rehenes de una lucha por el poder que comenzó después de la caída de Sadam Hussein y, asociados a la imagen de Occidente, se han convertido en el pretexto para cometer terribles actos de violencia y abusos, como la expropiación de sus propiedades por parte de sus agresores.

La UE no puede permanecer inerme frente a la carnicería cotidiana perpetrada contra la comunidad cristiana de Iraq. Es en este sentido que la iniciativa del Partido Popular Europeo quiere hacer partícipe a todo el Parlamento europeo. Todo esto indica un hecho positivo, y que las instituciones europeas ya no tienen problema alguno para denunciar las persecuciones de los cristianos. La comunidad internacional y el Gobierno iraquí deben poner en marcha acciones concretas cuanto antes.

Pero por desgracia, hace unas semanas, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, pude constatar personalmente que la comunidad internacional sí sigue teniendo dificultades para denunciar esta situación. Hace unos días, Angelo Panebianco escribía en el Corriere della Sera: "La persecución de los cristianos no es un tema que haya entrado aún en las agendas de los gobiernos occidentales de Estados Unidos y Europa, parece que no les afecta. Con todo lo que sucede en el mundo, parecen pensar los gobiernos y la opinión pública, ¿por qué debemos preocuparnos también por las desgracias de los cristianos no occidentales?".

La libertad de los cristianos en cualquier parte del mundo debe, por el contrario, afectarnos mucho, porque es garantía de libertad para todos. De hecho, su pertenencia a una fe y a una Iglesia universal permite atravesar el estrecho horizonte de aquel poder público nacional se que conciba como totalizante. El caso iraquí, como tantos otros similares, demuestra precisamente la dificultad, por parte de los fundamentalismos y los poderes locales, para reducir la presencia de los cristianos a su proyecto de poder.